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El Doble Pontificado a la Luz de las Estrellas.


Le queda poco tiempo de vida al defenestrado Papa Benedicto XVI. Al popular Francisco, en cambio, le resta un buen tramo de pontificado. Pero mientras aún se mantiene en curso el curioso fenómeno de tener a dos pontífices vivos al mismo tiempo, puede resultar interesante el ejercicio de comparar las natividades respectivas del Papa emérito y del Papa actual. La hora natal de ambas genituras está clasificada como AA dentro del Roden Rating, ya que fueron obtenidas directamente de las respectivas actas de nacimiento. Más abajo aparecen ambas figuras astrales.


El pontífice alemán nació con una figura astral de tipo sacerdotal claramente señalada por la estrecha conjunción de Júpiter, el planeta de la religión, con un Ascendente en el místico y sacrificado Piscis, a poco más de un grado de distancia angular y en afortunado domicilio dentro del signo. El benéfico Júpiter es, al mismo tiempo, el almuten del grado Ascendente, hallándose angular en la primera casa y determinando, por tanto, el talento y la profesión del nativo como almuten del magisterio, si nos apegamos al cálculo que nos legó Omar Tiberiades. Por su parte Francisco I nació bajo un cielo menos propicio para el sumo sacerdocio, con una casa primera vacía y un Ascendente en el empático y popular signo de Cáncer. La Luna, regente y almuten del Ascendente, no posee dignidad esencial por peregrinar en el segundo decanato del rebelde y progresista Acuario, de donde surge su inclinación al rupturismo con los cánones y las formalidades. Su gran popularidad emerge de tener a la Luna creciente en conjunción con el benéfico Venus, que comparte la condición de ser el almuten del Medio Cielo junto con la luminaria nocturna. El pontífice argentino ha mostrado en innumerables ocasiones una inopia teológica que contrasta con la erudición de Benedicto, pero cuenta con esa simpatía popular de la que el adusto alemán carece absolutamente.


El don de multitudes de Francisco I se ve reforzado por un Saturno que actúa como almuten de la profesión, lo que le impone un destino más ligado a la clase obrera y al trabajador de base que a la realeza y al sacerdocio de aquel Júpiter que marcó el magisterio de Benedicto XVI. Por su parte, el retirado Papa germano tiene a Mercurio severamente afligido, por encontrarse en exilio y caída dentro de Piscis, activo por angularidad en la primera casa, siendo el regente y almuten de la casa séptima. De allí que sus enemigos dentro del Vaticano hayan sido particularmente insidiosos y dañinos sobre su pontificado, al punto de lograr enredarlo en el confuso escándalo de «Vatileaks». Jamás fue popular ni resultó simpático para nadie, a pesar de contar con extraordinarias dotes intelectuales y una potente configuración clerical en su horóscopo, lo que le convertía en un obispo altamente calificado para ejercer el rol papal. Esto nos demuestra que, para desarrollar satisfactoriamente un rol de liderazgo, importan mucho la simpatía y el carisma, incluso a expensas de las cualificaciones o aptitudes para el cargo. He aquí otro signo de los tiempos que corren en pleno Kali Yuga, donde lo social y lo mediático cobran mayor relevancia, haciendo que los elementos propios del poder temporal reemplacen a los que resultaban característicos del dominio hierático y espiritual. Benedicto XVI es el último pontífice tradicional de una Iglesia en plena decadencia y al borde del desplome, por culpa de sus propios pecados, pero también por causa de su acelerado modernismo.

La conjunción media de Júpiter y Saturno, ocurrida a fines del año pasado, marca el fin de una larga fase para la Iglesia de Roma. El ciclo de ascenso y despliegue de su poder temporal e influencia espiritual llega a su cierre, comenzando ahora el declive que la reducirá progresivamente, disolviéndola poco a poco en las aguas del cántaro derramado por Acuario. De aquí en adelante veremos su retirada del mundo, un repliegue hacia el interior de sus templos, cada vez más vacíos, lo que terminará por convertirla en una institución de carácter testimonial, pues representará a muy pocos.


El despliegue de este paulatino proceso de reducción durará los mismos cuatrocientos años que tomará en concretarse el reinicio del gran ciclo de las triplicidades que reestablece las grandes conjunciones de ambos cronocrátores pues, como nos enseñan los antiguos, el reseteo del ciclo de ambos planetas marca el declive de dinastías, religiones y civilizaciones, con el consiguiente auge de nuevas organizaciones políticas, movimientos religiosos y estructuras culturales. Para entonces la fe católica, y el cristianismo en general, se habrán miniaturizado hasta abarcar unos pocos círculos de creyentes que habrán vuelto a las catacumbas. La persecución contra los cristianos ya no será tan burda y sangrienta como en tiempos de Nerón, pero la neurotecnología y la sociedad de la neuro-vigilancia se encargará de que los pensamientos "incorrectos" sean proscritos del sistema social para el "bienestar" del colectivo. Un distópico paraíso en la Tierra del que, por fortuna, ni Ratzinger ni Bergoglio se enterarán.


Publicado el lunes 3 de mayo de 2021.

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